Los cubanos se convirtieron en maestros para inventar soluciones ingeniosas con recursos extremadamente limitados.
Una de las más creativas es la usada por Roselló: la "pesca con globo", un boom en el pequeño mundo de los hombres de mar, algunos de los cuales complementan sus salarios estatales de unos pocos dólares o incluso viven de esta actividad.
La técnica consiste en inflar tres o cuatro preservativos, anudándolos de forma tal que uno de ellos quede hacia arriba, para que sirva de vela. Hay que esperar el cambio del viento, de la tierra hacia el mar, y lanzarlos al agua para que el conjunto flote alejando la línea a unos 300 metros de distancia, por donde pasan pargos, gallegos, bonitos y coronados.
Ambos armaban en silencio sus "globos", mientras el oscuro mar de noche golpeaba las rocas debajo del Malecón habanero, las algas fluorescentes daban toques verdes bajo una enorme luna y los ruidos amortiguados llegaban desde la ciudad.
Los "globos" no se ajustan directamente a la línea: van atados a un hilo de coser que los mantiene lejos del sedal para evitar enredos. La carnada viva se coloca con dos anzuelos para no perderla o que los grandes peces se escapen cuando piquen.
Aunque hay algunas lanchas autorizadas a hacerse a la mar, la flota estatal cubana quedó diezmada con la crisis de los años 90 y hoy la pesca entre los habitantes de la isla se hace de distintas maneras.
Nadie sabe con seguridad cuándo inició la técnica de la "pesca con globos", pero varios coinciden en que se masificó en la última década, cuando las autoridades comenzaron redadas contra las personas que se lanzaban al mar en inflables rústicos para llegar a una distancia apropiada para los grandes peces.
En un país a donde hay restricciones legales para la posesión y venta de embarcaciones, también es una técnica más segura.
Los pescadores dicen que con los preservativos pueden capturar peces de 20 ó 30 libras y aunque oficialmente no pueden venderlos, si alguna persona se acerca podría hacerse un negocio.
Se les paga unos 25 pesos cubanos (un dólar) la libra de pargo, un lujo en una isla que paradójicamente tiene actualmente muchos más platillos diarios basados en la carne de cerdo, el arroz y los frijoles que en el pescado.
Esa técnica, además, es económica: los condones suelen regalarse o costar centavos, mientras los globos de cumpleaños cuestan varias veces más y no siempre se encuentran en las tiendas.