El Puente Negro: el guerrero que llevó a Culiacán a la prosperidad


Por su fortaleza, el Puente Negro se ha convertido en un ícono de la ciudad, en un símbolo de progreso, trabajo duro y dedicación
El Puente Negro: el guerrero que llevó a Culiacán a la prosperidad

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lunes, 10 de julio de 2017 0:00

Hoy es símbolo de la Ciudad, no hay culichi que no sienta orgullo por él. El Puente Negro ha logrado sobrevivir el paso de los años erigiéndose como un guerrero que representa el carácter de los pobladores de Culiacán.

 

Antes de su llegada, poco podía hablarse de una ciudad en la zona, Culiacán era más bien una aldea estrangulada por tres ríos que le impedía a sus habitantes comercializar en grandes cantidades con otras regiones. Así, cuando el avance económico y cultural se fue acercando a la zona, la necesidad de construir un puente y subirse, literalmente, al vagón de la fiebre ferroviaria se volvió inevitable.

 

Su construcción inició en 1907, bajo la supervisión del ingeniero George Stranahan. No hay datos exactos sobre el número de trabajadores que requirió la obra, pero el Instituto La Crónica de Culiacán, encargado de realizar investigaciones históricas y archivísticas, presentó una nota del en ese entonces diario El Monitor Sinaloense donde le brinda cierta noción de las dimensiones de la construcción:

 

“…a tres kilómetros de distancia (de Tierras Blancas) había el Camino General No. 1 compuesto de 30 o 40 carros de campaña y como 200 carpas para los peones, 100 carros y plataformas para el transporte de material de construcción y cerca de 2 mil trabajadores”.

 

Con una extensión de casi un kilómetro, de acuerdo con La Crónica de Culiacán, el Puente Negro en su tiempo tuvo un costo estimado de medio millón de dólares y pagó con frutos la inversión al llevar a Culiacán al progreso que en esa época significaba la conectividad ferroviaria.

 

 

 

Además, el puente sirvió también para el transporte carretero y automovilismo citadino, pues antes de la construcción del Puente Almada se convirtió en un recurso infraestructural durante la época de inundaciones cuando el vado de concreto quedaba bajo las aguas del río Culiacán.

 

Aunque hoy es un emblema de la ciudad, en un principio hubo quienes incluso llamaron a la obra “peligrosa”. Una nota de El Monitor Sinaloense, en su edición de 1 de mayo de 1908, cuestionaba si el muro de arena relleno de concreto que se construyó para resistir el empuje de las corrientes y conservar la estabilidad del puente podía convertirse en un peligro para la ciudad. La nota enfatizaba que, debido al desvío de las aguas, las inundaciones serían mayores y el estrecho canal no podría soportarlas, por lo que la destrucción de los terrenos de los pueblos inmediatos era una posibilidad verdaderamente preocupante.

 

Meses después, cuando llegó la inauguración de la majestuosa construcción, las dudas habían quedado atrás y el tema central del diario fue la gran celebración que se llevó a cabo con la llegada de la primera locomotora.

 

“A la 1:30 de la tarde de hoy llegó frente a la ciudad, al lugar denominado Las Juntas, la primera locomotora del ferrocarril Pacífico del Sur Mexicano”publicó el diario el 29 de junio de 1908.

 

“Los comercios y los talleres suspendieron sus labores y repicaron las campanas de las iglesias. La ceremonia de clavar el último riel de la línea se efectuó cerca de la huerta del señor Pomposo Verdugo, donde fue colocada una gran tienda de campaña y sillas para los asistentes, a quienes se les repartió barbacoa y cerveza."

 

Por la noche, un gran baile se celebró en la plazuela Rosales, la cual fue adornada e iluminada, mientras que el comité organizador anunciaba otra fiesta en el Teatro Apolo.

 


 

Si bien, existe controversia sobre la fecha exacta de inauguración, ya que algunos cronistas la ubican el 01 de junio de 1908, mientras que otros el 28 de ese mismo mes; el gobierno local ha optado por tomar la segunda fecha como motivo de celebración.

 

El puente se mantuvo firme ante las lluvias hasta septiembre de 1917, cuando las aguas del río Tamazula y Humaya aumentaron tanto su causal que al unirse golpearon con gran presión al Puente Negro, el cual finalmente sucumbió. Se rompió un pilar que unía dos secciones de la estructura y el tránsito ferroviario tuvo que ser interrumpido hasta diciembre de ese mismo año cuando después de trabajos a marchas forzadas logró repararse.

 

Por su fortaleza, el Puente Negro se ha convertido en un ícono de la ciudad, en un símbolo de progreso, trabajo duro y dedicación. Su porte, siempre de pie, con dignidad, es un recordatorio de que no importa qué tan fuerte azote la corriente, uno tiene la fuerza para resistir la presión y salir adelante, como buen culichi.


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