El trabajo que antes era realizado por seres humanos ahora es reemplazado por máquinas a un costo más bajo, lo que ha llevado a la extinción de ciertas profesiones que, si bien, ahora nos parecen extrañas o ridículas, en algún momento de la historia fueron consideradas indispensables. Conoce algunas de ellas:
Despertador
Levantarse temprano es un hábito difícil de adquirir, sin embargo, en la actualidad unas cuantas ruidosas alarmas en nuestro celular logran el cometido. ¡Ni siquiera usamos despertadores electrónicos! Esa máquina cuyo único propósito era despertarnos ha sido reemplazada por el nuevo rey de la tecnología: el celular.
Así, que no es de extrañarse que el trabajo original, realizado por personas, haya sido reemplazado por la primera máquina despertadora. Y es que, aunque parezca increíble, en el siglo XIX en Inglaterra, era común este oficio.
En plena Revolución Industrial, la creciente demanda laboral en fábricas y los tempranos horarios de inicio de jornada de éstas dieron paso a una nueva necesidad: miles de trabajadores debían despertarse temprano, y para lograrlo contaban con su propio despertador: un hombre o mujer que de alguna forma tocaba su ventana para indicar que el día había comenzado.
Algunos utilizaban largos palos para tocar hasta cuatro veces en cada ventana, en otros casos usaban otros métodos como pequeños martillos, sonajas y hasta lanzadores de guisantes para alcanzar su objetivo y mandar una señal para iniciar el día.
¿Por qué no simplemente tocar el timbre? Originalmente así iniciaron, pero al poco tiempo se dieron cuenta que el ruido despertaba también a otros vecinos, quienes probablemente no habían pagado por el servicio, así que, para proteger sus ingresos, optaron por medidas más silenciosas.
Si después de las cuatro señales en tu ventana no te despertabas, el despertador continuaba a la siguiente y en ese entonces no había una opción de “posponer” (snooze) que repitiera la alarma cinco o 10 minutos después.
Frenologista
Durante el siglo XIX se popularizó la frenología, una teoría pseudocientífica que creía en que cada instinto, facultad mental y rasgos de la personalidad podía determinarse y hasta prevenirse ciertas tendencias criminales con tan sólo estudiar la forma del cráneo y las facciones de los individuos.
Si bien ha sido completamente desmentida, su gran aportación fue considerar al cerebro como el órgano de la mente y considerar que sus diferentes áreas correspondían a diferentes facultades.
Los frenologistas estudiaban esta supuesta ciencia, midiendo las formas del cráneo y la simetría entre las facciones del rostro.
Farolero
Antes de la invención de las lámparas eléctricas, el trabajo de los faroleros consistía en prender y apagar cada uno de los faroles del alumbrado público a la hora necesaria. Para ello, contaban con largos palos o escaleras para manejar las lámparas de gas.
Su trabajo terminó incluso antes de la llegada de la electricidad, cuando las compañías encontraron mecanismos para automatizar las tomas de gas.
Lector en fábricas
A inicios del siglo XX, la industrialización ya era un hecho y los trabajos en producción en cadena eran los comunes en fábricas, lo que significaba que cientos de empleados permanecían realizando la misma labor metódicamente sin parar. ¿Bastante aburrido, no?
Para ayudar a los empleados a mantenerse despiertos, las grandes fábricas, sobre todo de la industria tabacalera, contaban con un lector público.
Tal y como lo leíste, esta profesión consistía en leer el periódico en voz alta para que los demás empleados se entretuvieran un poco mientras realizaban sus actividades que resultaban bastante metódicas y repetitivas.
Finalmente, esta profesión desapareció en la década de los 20’s cuando surgió la aparición del radio.
Cazadores de ratas
Podrían pensar que aún existen, pero ahora se llaman fumigadores, pero no es lo mismo poner veneno para eliminar a estos desagradables roedores que adentrarse en coladeras y lugares infestados con una escopeta y literalmente cazar uno por uno.
Esta profesión era considerada muy peligrosa, pues quienes la practicaban corrían el riesgo de contraer enfermedades e infecciones. Existió desde el siglo XVII hasta el XX, principalmente en Europa.
Llegó a su fin con la aparición de los insecticidas, lo que agilizó el proceso de eliminación de plagas.
Cortador y repartidor de hielo
Antes de que existieran y se popularizarán los refrigeradores, las personas solían conservar alimentos en almacenes o armarios con hielo, y cómo no había forma de congelar el agua para crear este producto, eran los repartidores de hielo quienes llegaban a salvar el día.
Su trabajo consistía no sólo en llevar el hielo hasta los hogares, sino también extraerlo de ríos y lagos. Todo esto parecía ser bastante lógico, pero seguramente en algunas zonas con climas fríos se quedaban sin trabajo en invierno.
Detector de aviones
Suena completamente absurdo, pues cuánto tiempo de ventaja podría obtener una persona que está al pendiente de la llegada de aviones invasores antes de que éstos sean realmente obvios, pero ante la falta de radares, en su momento, esta era la mejor alternativa y cada segundo de antelación contaba.
La imagen puede parecer ridícula, pero cuando se trataba de salvar vidas de un posible ataque, estos hombres eran consideradores héroes cada vez que lograban avisar de la presencia de un avión enemigo.
Operadora de teléfonos
Si hoy en día las líneas telefónicas logran saturarse, con toda la capacidad que tienen, ¡imagínate cómo era antes! Para evitar precisamente que las líneas colapsaran, las operadoras se encargaban de conectar una a una cada llamada, especialmente cuando se trataban de llamadas internacionales que debían pasar por diversas líneas antes de lograr una conexión. Hoy en día todo esto se hace de manera digital, razón por la cual al igual que en muchos otros empleos el ser humano se volvió obsoleto. Aunque aún persiste cierto glamour alrededor de la idea de la fuerza trabajadora femenina que se encargaba de realizar estas conexiones.
Existen muchas otras profesiones que han quedado en el olvido: ya no hay lecheros, ni colocadores de bolos en los boliches, ni encendedores profesionales de chimeneas, es más, los agentes de viajes son ya una clase en peligro de extinción, pues el internet ha permitido que las personas reserven sus propios boletos de avión y hoteles.
Especialistas incluso consideran que trabajos que han sido la base de la civilización sedentaria, como la agricultura, podrían desaparecer en un futuro no muy lejano, pues cada vez se utiliza menos mano de obra humana en los grandes plantíos que ahora cuentan con sistemas automatizados.
¿Será que algunas de las profesiones que hoy consideramos indispensables y exitosas serán desplazadas en un futuro por robots y nuevas invenciones tecnológicas?
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