La celebración de esta fiesta parece haberse iniciado en la antigua Babilonia, hoy correspondiente a Iraq, alrededor del año 2 mil a.C. el 21 de marzo, ya que coincidía con el fin del invierno y el inicio de la primavera, representando así nueva vida. Sin embargo, en Roma, Julio César había establecido el calendario juliano en el año 708 AUC (ab urbe condita, es decir desde la fundación de Roma) y de acuerdo a éste el emperador Diocleciano decidió reiniciar la cuenta y establecer el año 1 a partir de su ascensión al trono, el 29 de agosto del año 1037 AUC.
Pero eso no fue todo lo que Dioclesiano estableció, también promovió la más prolongada persecución en contra de los cristianos en el Imperio, por lo que era de esperarse que el monje matemático Dionisio el Exiguo se empeñara en crear una nueva cronología para evitar rendirle homenaje al tirano.
De esta manera, tras establecer que Jesús había nacido el 25 de diciembre del año 753 AUC decidió que el año 1 de la era cristiana iniciase el 754. Esta fecha, según la tradición cristiana, coincide con la circuncisión de Cristo citada en el evangelio de Lucas, en su capítulo 2, versículo 21:
“cumplidos los ocho días (después del nacimiento) para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, el cual le había sido puesto por el ángel antes de que fuese concebido”.
Por lo tanto, el monje se ubicó el inicio del nuevo año el 1 de enero, ocho días a partir del nacimiento de Jesús. El problema con el establecimiento del año 1 en el 754 AUC, es que esta fecha se contradice con la cronología de Herodes El Grande, de acuerdo con la cual este rey murió en el 750 AUC. Por lo tanto, Jesús debió nacer en el 748 o 749, uno o dos años antes de la muerte del rey, de otra manera resulta imposible que éste haya ordenado la masacre infanticida para matar al Mesías si aún no había nacido.
A pesar del error, este calendario prevaleció y fue oficializado en todos los países católicos por el papa Gregorio XIII en 1582, por lo que se le conoce ahora como calendario gregoriano (así es, pobre Diniosio, nadie se acuerda de él). Poco a poco más países lo fueron adoptando hasta convertirse en el calendario moderno universal.
Por otro lado, algunas versiones parten de la idea de que el inicio del año el 1 de enero se decretó en el año 153 a.C., en Roma, supuestamente para alinearlo con el solsticio de invierno, y sincronizarlo así con el Sol. En este sentido el año nuevo tal y como lo conocemos se basa en una tradición pagana. Los estudiosos que apoyan esta teoría concuerdan entonces en que fue la Iglesia Cristiana quien adaptó la fecha del nacimiento de Jesús, con sus ochos días posteriores para llegar a la celebración de su circuncisión, a las fecha ya preestablecida con el objetivo de facilitar la conversión de los pueblos al cristianismo, lo cual es una práctica muy común que se repite a lo largo de la historia en diferentes regiones.
Aunque el año nuevo se celebra en la mayor parte del mundo en esta fecha, existen países cuyo año inicia en otras fechas. Por ejemplo, en China inicia entre enero y febrero con la primera luna nueva de la de Acuario; mientras que para los judíos empieza en el mes de Tisréi del calendario hebreo, que corresponde a septiembre u octubre en el gregoriano; por último el año nuevo musulmán inicia en el mes de Muharram del calendario islámico, que es 11 u 12 días más corto que el año solar, y varía en relación al gregoriano año con año.
Tras toda esta explicación se nos ha ido ya el 2017. Un año más llega a su fin para la gran mayoría de los países y después de conocer su origen seguro cerraremos este periodo con un poco más de cultura general y un excelente dato para sacar a colación durante la cena del 31 de diciembre.
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