Hay un día en el año en el que todo se vale, las bromas más pesadas son recibidas no con enojo o molestia sino con carcajadas y las historias falsas pululan en las redes sociales en espera de que “pobres inocentes” las compartan creyendo que son verdad, pero el origen del divertido Día de los Inocentes en realidad no es PARA NADA DIVERTIDO.
El nombre de la fiesta tal cual y como lo conocemos está inspirado en el Nuevo Testamento, específicamente en el texto de San Mateo, el cual relata cómo tras el nacimiento de Jesús y la predicción de que éste era el Mesías, el rey Herodes ordenó la matanza de todos los niños menores de dos años en Belén, de ahí que la Iglesia conmemore el Día de los Santos Inocentes, en honor a los niños asesinados.
Pero si este es el origen, ¿por qué hacemos bromas o tomamos este día tan a la ligera? Bueno, resulta que si bien la fecha quedó marcada para la Iglesia Cristiana, la versión divertida de la tradición tiene su origen en otra fiesta, conocida como la Fiesta de los Locos, la cual se celebraba en Francia entre el siglo XII y XVI, principalmente el 28 de diciembre o el 1 de enero. Esta celebración se caracterizaba por el desenfreno, las burlas exageradas y la blasfemia, pero curiosamente no era una tradición pagana sino que se celebraba precisamente al interior de las iglesias.
Así es, de acuerdo con el escritor francés Jean Charles Payen en su libro Le Moyen Age (1990), ese día se elegía en la iglesia al “obispo de los locos” con el fin de pronunciar un discurso grotesco en un latín mal hablado. Se comía, se jugaba y se bebía en el altar y los locos, conocidos también como “sots”, salían a la calle provocando verbalmente a las damas que encontraban, abucheaban a los cornudos y hasta los paseaban públicamente al simulando que eran asnos a los cuales “montaban” al revés. Este grupo era seguido por el pueblo y sacerdotes, quienes por un día disfrutaban de esta costumbre que contrastaba con la rudeza de la vida en el medievo, llena de privaciones y rígidas costumbres.
Finalmente, debido a los excesos de la fiesta, el cardenal francés Pedro de Capua envió en 1198 una carta al obispo de París, Eudes de Sully, ordenándole anular dicha tradición en su diócesis. A partir de publicaron varias ordenanzas con rigurosas prohibiciones hacia aquellos que continuaran la fiesta, ahora considerada sacrilegio. Con el concilio de París, en 1212, se renovaron estas prohibiciones y la fiesta quedó oficialmente anulada por parte de los religiosos.
A su vez, la Fiesta de los Locos tuvo su origen, presuntamente, en los remanentes de las Saturnales o Fiesta de Saturno, celebradas en la Roma antigua, una fiesta pagana dedicada al Dios Saturno durante el solsticio de invierno, de la cual se derivan hoy en día muchos de los carnavales. De esta forma, la iglesia cristiana reemplazó la fiesta pagana con sus propios excesos para facilitar la transición al catolicismo, y posteriormente la reasignó al pasaje bíblico relacionado con Herodes, razón por la cual resulta tan extraño que actualmente se acostumbre hacer bromas pesadas en la fecha en la que supuestamente se conmemora el mayor infanticidio registrado en la Biblia.
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