Cada año adornan el malecón del puerto con su gran tamaño y colorido. Están ahí para recordarnos que la máxima fiesta mazatleca ya viene, que el Carnaval de Mazatlán está a la vuelta de la esquina. Son los Monigotes.
Esas gigantes figuras que nos sacan una sonrisa, ya sea mientras manejamos al trabajo o cuando caminamos por las tardes al hacer ejercicio. Una tradición que pocos saben cuándo empezó y de dónde viene.
De acuerdo con Raúl Rico González, director general del Instituto de Cultura, Turismo y Arte de Mazatlán, que se encarga de organizar la fiesta carnavalera, los monigotes no siempre estuvieron ubicados a lo largo de la Avenida del Mar, sino que en la época de los 50’s se acostumbraba montar dos grandes figuras para franquear dos esquinas en la Plazuela República; sin embargo eran figuras muy básicas.
“No eran tan elaborados y básicamente todos los años eran lo mismo, un payaso o un arlequín”, comentó el director. “…luego desapareció la tradición, se convirtieron en arcos y después en nada”.
No fue hasta la década de los 90’s que el Instituto de Cultura decidió retomar la costumbre de instalar grandes alegorías, recordando no sólo lo que se hacía en el pasado sino haciendo alusión también a las Fallas de Valencia, donde artistas y artesanos locales trabajaban durante meses para crear figuras que logran superar los 30 metros con temáticas satíricas, las cuales se queman en un espectáculo el último día de la fiesta.
Así surgieron los primeros monigotes, tal y como los conocemos, pero curiosamente nunca se planeó que este fuera su nombre popular, de hecho en ese entonces nunca imaginaron que se convertirían en una parte tan importante de la fiesta mazatleca.
Según la Real Academia de la Lengua Española el término “monigote” es completamente coloquial y hace alusión tanto a un “muñeco o figura ridícula hecha de trapo o cosa semejante”, pero también a una “pintura o estatua mal hecha”.
“Pues ya los bautizaron así, qué le vamos a hacer”, dice Rico González, entre risas.
“Se les dice desde los originales, es una palabra que ya no s usa en el español, pero vamos a pensar que se les llama así solo por ser monos grandotes”.
Monigotes que pasaron a la historia
Las primeras figuras se instalaron en el malecón alrededor de 1991, de acuerdo con el director, y estaban lejos de ser lo que son hoy en día.
“Los primeros fueron un poquitos toscos y el autor para sorpresa nuestra le puso a todas las figuras aunque fueran diferentes su propia cara, entonces fue algo medio bizarro”, comento Rico González.
Al cuestionarles respecto a quién había sido el egocéntrico artista, el director de Cultura Mazatlán se limitó a decir “No soy tan malo”, entre carcajadas,
“Era una persona que se dedicaba a hacer esculturas de de belleza y estaba experimentando por primera vez”.
En 1993, se invitó al pintor, escultor y escenógrafo regiomontano Jorge González Neri a diseñar las grandes figuras, quien ya participaba en la elaboración de carros alegóricos para el desfile. Ese año se decidió inspirar a estos gigantes en figuras de alebrijes, lo que nunca pensaron es que fueran a causar tanta conmoción entre el público mazatleco.
“Impactaron mucho abriendo el colorido del carnaval, no eran bonitos pero tenían un sentido plástico, unos los criticaban a otros les gustaban, y fuimos evolucionando con técnicas diferentes, con materiales nuevos”, dijo alguna vez González Neri en una entrevista publicada en el portal de internet del Instituto de Cultura.
Y es que de acuerdo con Rico González, en ese entonces no se conocía mucho de la historia de la mítica artesanía mexicana en el norte del País, por lo que las figuras sorprendieron a muchos, incluyendo al escritor sinaloense Antonio Hass.
“(Él) dijo que ni en sus propias pesadillas etílicas había visto cosas semejantes, era como un rompimiento con lo que usualmente se acostumbraba”, expresó el director.
Después vino la colaboración del artista Jesús Huerta, quien utilizó otros tipos de materiales, creando formas fantásticas menos definidas hechas con plástico e impresiones.
Los monigotes han logrado alcanzar un lugar privilegiado en la memoria de los mazatlecos como parte esencial del Carnaval, de hecho en los años cercanos al centenario de la fiesta, se utilizó como imagen a “Genesio” una mezcla de dragón y dinosaurio que surgió como parte de la temática del año 1996, “Los Orígenes”, y que tuvo tanto éxito entre la población infantil que para el año siguiente bajó el tema de “La Evolución” se presentó a “Genesia”, la novia del simpático dinosaurio, así como a sus pequeños hijos, conformando así a “Los Genesios”, los cuales permanecieron en exhibición muchos años en el antiguo Museo Casa Machado, anteriormente ubicado en Los Portales de Cannobio en la Plazuela Machado.
Tal fue el gusto por el popular monigote que se organizó una boda de ambos personajes en una plaza comercial, donde la multitud fue tal que fue difícil para la simpática pareja de criaturas salir al escenario.
Finalmente después de varios años de artistas invitados y de periodos de ausentismo de los monigotes se buscó nuevamente a González Neri, quien ininterrumpidamente a estado a cargo de los monigotes desde aproximadamente el año 2000.
En el 2005, aprovechando que Mazatlán sería sede de la Serie del Caribe, se buscó hacer alusión al deporte favorito en el puerto y los monigotes representaron diversos
beisbolistas y músicos diseñadas por el pintor mazatleco Antonio López Sáenz.
2018: Pata Salada, un homenaje al talento mazatleco.
Este año la temática “Pata Salada” rinde tributo al talento de los mazatlecos, así como a figuras que tuvieron un impacto en la formación de la cultura del puerto; sin embargo, Rico González enfatizó que esto no se trata de un homenaje exhaustivo ni por orden de importancia, sino que los personajes que se mencionan representan el talento existente en diferentes giros culturales y deportivos.
Entre las figuras que destacan entre las 11 figuras monumentales, de unos 500 kilos y hasta 10 metros de altura, se encuentran Rigoberto Lewis, quien dedicó 54 años de su vida al diseño y creación de carros alegóricos.
“No solamente fue el que hizo los carros alegóricos y las carrozas reales, él era un abrevadero para información del Carnaval, tenía una pasión y compromiso personal con la fiesta como quizá no vuelva a haber otro”, dijo el director de Cultura.
También se puede apreciar a Lola Beltrán, disfrazada al estilo carnvalero pero conservando la esencia del Cucurrucucó Paloma; al boxeador de la década de los 40’s Joe Conde; a la cantante de ópera Ángela Peralta, que si bien no nació en el puerto murió en él y con ello se inicia la tradición operística de Mazatlán; al cantante, boxeador y actor Luis Pérez Meza; al compositor José ángel Ferrusquilla ; y por supuesto no podía faltar en su centenario la figura de Pedro Infante.
Son únicamente dos los personajes vivos que forman parte de la colección, uno de ellos es el director musical Enrique Patrón de Rueda, en la figura del hombre orquesta.
“El valor que tiene no es solamente alguien que proyecta y preserva el arte”, explicó Rico González, “sino que se ha dedicado a ser maestro y de aquí han salido talentos muy importantes”.
Así como el pintor mazatleco Antonio López Sáenz, quien se ha dedicado a retratar al puerto, particularmente en su década de los 60’s.
“Ha logrado rescatar el espíritu de los mazatlecos”, comentó el director. “Es un hombre que le desborda la creatividad y la imaginación”.
Por último, dos figuras representan a la gente de Mazatlán, una de ellas resalta la belleza e importancia de la mujer mazatleca, mientras que otra el calor y la simpatía del “pata salada”.
Sin embargo, el homenaje no terminará ahí pues los carros alegóricos también harán alusión a varios personajes siguiendo con la temática del talento mazatleco. Por lo pronto, ya puedes disfrutar de los monigotes en el malecón y la Plazuela Machado, donde no sólo adornan las calles sino que se iluminan nuestros rostros y dan luz a nuestros corazones con su presencia.