Los fuegos artificiales son elementos comunes en los carnavales, algo tiene de especial el ver estallar el cielo nocturno con brillo y color como si fuera diamantina en un collage de estrellas; pero el Carnaval de Mazatlán tiene un elemento único en el mundo como tal, pues su Combate Naval es mucho más que pirotecnia es una mezcla de arte e historia.
Año con año se hace alusión a este espectáculo como un remanente histórico que representa el triunfo de las tropas liberales contra el orgullo de la Escuadra naval de la Francia Imperial, la Fragata ”La Cordelière”, durante la invasión francesa en 1864; sin embargo, la tradición no inició como un homenaje a dicho acontecimiento.
De acuerdo con el cronista mazatleco Enrique Vega, la pirotecnia en el carnaval del puerto viene de antes de la concepción de la fiesta de confenti y serpentinas, es decir de su modalidad actual, pues desde los Juegos Harina, cuando el carnaval era una enfrentamiento humorístico y algo tosco entre dos grupos, los del Muelle y los del Abasto, ya se empleaban fuegos artificiales muy sencillos para marcar la avanzada de los distintos grupos por la Ciudad.
De hecho, existen reportes de que en 1897, el último año de los Juegos de Harina, hubo un incidente de un estallido de pólvora en uno de los cuarteles principales de estos grupos, por lo que no fue hasta los primero años de los carnavales de confeti y serpentina que la pirotecnia empezó a tomar un lugar más relevante en la celebración.
“En esa época empezó a gestarse una celebración que era un baile popular, en la explanada del muelle, y ahí se quemaba un castillo con juegos pirotécnicos”, expresó el cronista, quien aclaró que por “castillo” se refiere a una estructura de fuegos artificiales.
“Fue a partir de los años 30, muy probablemente a partir de 1932 que se propone al comité organizador la propuesta de lo que se llegó a conocer como una guerra de mar, simulando un combate desde la bahía hacia el mar”.
Contrario a lo que actualmente se piensa, dicha “guerra” no se propuso como una celebración al triunfo de los batallones Mazatlán, Hidalgo y Guerrero ante la invasión de las “Playas del Sábalo”, el 31 de marzo de 1864, sino por como una mejora al espectáculo pirotécnico ya establecido.
“No estaba expresamente establecido ese valor simbólico, pero si tomas en cuenta que desde 1864 los mazatlecos celebramos el triunfo contra La Cordelière como la máxima fecha histórica local, es de esperarse que la memoria colectiva la llevase a tomar ese formato aunque no fuera la intención original”, dijo Vega, quien también es director de planeación del Instituto de Cultura, Turismo y Arte de Mazatlán.
Se ignora a partir de qué fecha se haya empezó a considerar dicho como combate como una representación de la batalla histórica ni quién fue la primer persona en hacer la relación de manera directa explícita entre ambos, pero no cabe duda que en el colectivo imaginario y en los corazones de los mazatlecos el Combate Naval tiene un lugar privilegiado no sólo por la mágico del espectáculo sino por el orgullo que provoca dicho triunfo contra los franceses.
De acuerdo con Raúl Rico, director del Instituto de Cultura, Turismo y Arte de Mazatlán, los primeros combates navales con el simbolismo histórico eran muy distintos a los actuales, en el sentido que eran muy sencillos, aunque siempre intensos.
“Actualmente se usan todos los avances de la tecnología para hacerlo el gran evento que es”, expresó Rico. “Hay una transmisión inalámbrica de códigos que permiten que la música y los acentos de la pirotecnia estén sincronizados y hay baterías de luz que llenan ciertos huecos; no se trata nada más de tirar cuetes por tirar cuetes tiene un opening, un cuerpo y un desenlace. Es un espectáculo muy bien diseñado”.
Desde hace casi 18 años, el Combato Naval es organizado por Jorge Márquez, miembro del International Symposium on Fireworks Society, quien con su compañía Lux Pirotecnia ha producido, montado y ejecutado grandes festivales internacionales como el Global Fest 2016, en Canadá; Fire up the Night 2012, en Estados Unidos; y Vuurwerkfestival 2012, en Bélgica, entre otros, así como producciones nacionales para obras de teatro como La Bella y la Bestia, y grandes eventos de gobierno como la celebración del Día de la Independencia, en el Zócalo.
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