La respuesta es que depende de lo que se busca, pues en ocasiones ducharse sirve para despertar al organismo y mejorar la concentración, mientras la otras veces promueve la relajación y el alivio de los dolores musculares.
Debido a que las horas más usuales para la ducha son temprano en la mañana o en la noche, la mayoría de personas prefiere activar el calentador para ducharse.
El agua caliente tiene un efecto relajante, quita el insomnio y promueve el alivio los dolores musculares. También ayuda para combatir el insomnio o incluso los dolores de cabeza causados por la tensión.
Otro de los beneficios es que el vapor que produce el agua a la temperatura de 34 grados centígrados o más descongestiona las vías respiratorias. Sin embargo, no abre los poros, como generalmente se le atribuye.
Expertos también señalan que el calor húmedo dilata los vasos sanguíneos y reduce la presión arterial, por lo que mejora la circulación y facilita la oxigenación del organismo.
Por otro lado, el agua fría ayuda a despejar la mente y ayuda a la concentración para enfrentar cualquier actividad intelectual.
El frío activa la circulación y proporciona mejor flujo de sangre a los órganos y tejidos. También estimula la producción de noradrenalina, una hormona relacionada con el estrés.
Los dermatólogos recomiendan que las personas se duchen con tibia porque las temperaturas extremas resecan la piel, por lo que se recomienda que sea de 30 grados centígrados.
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