En momentos de crisis, las manos amigas se aprecian, aunque no se estrechen porque muchas son anónimas.
La depresión tropical 19-E sorprendió a los sinaloenses y rebasó los límites de ríos, canales y calles.
Decenas de familias lo perdieron todo, las afectaciones aún no se contabilizan, pero la ayuda para los damnificados fluyó.
Lo más rescatable de las precipitaciones es la solidaridad del pueblo, la instalación de centros de acopio, el apoyo en labores de limpieza, en elaboración de alimentos, en la cooperación y amor a quien más lo necesita.
Las aportaciones, como granos de arena, llegan a los centros de acopio, ropa, alimentos no perecederos y artículos de limpieza, todo suma para construir lo que la lluvia destruyó.
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