Descendiendo a pocos metros de la Avenida del Mar, a una corta distancia de la zona de playa se les puede observar acampando con una casa de campaña y una cama improvisada de cartones y cobijas.
Son poco más de las 9:00 horas y algunos integrantes de la familia Medina se levantan para buscar desayunar entre una caja de cartón, urgando entre fruta a punto de echarse a perder y de restos de comida del día anterior, sin embargo están felices, pues han viajado de raite por más de 16 horas desde León, Guanajuato llegando con bien a Mazatlán.
Es en el puerto, donde piensan aprovechar la Semana Santa vendiendo golosinas en calles y playas. María del Rosario, relata que hace años viven de esta forma, viajando de vez en cuando con sus cuatro hijos y nueve nietos desde bebés, hasta los que ya pisan la adolescencia, soportando malos tratos, temperaturas extremas y a la delincuencia.
Pese a ello, se mantienen optimistas, pues confían en que la afluencia de vacacionistas en el destino les permita hacer su 'guardadito', conseguir para comer y para cambiar de zapatos y con de esta forma tener lo suficiente para seguir su camino en otro destino turístico de la República Mexicana.
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