La práctica de vendar los pies a niñas hasta lograr el rompimiento de los dedos y provocar la deformación permanente para mantenerlos pequeños se remonta a la dinastía Song en China, entre los años 960 y 1279, pero logró mantenerse hasta la llegada del Partido Comunista al Poder en 1949.
Al ver las fotos de las mujeres, ahora ancianas, con los pies deformes puede parecernos una tortura, y sin duda lo fue en el sentido de que, por obvias razones, era algo extremadamente doloroso. Sin embargo, en aquellos tiempos se creía que al hacerlo le daban la oportunidad a la pequeña de tener una mejor vida, pues debido a las tradiciones feudales, se creía que las mujeres con pies diminutos serían mejores esposas, ya que eran capaces de tolerar el dolor y no quejarse al respecto.
De esta manera, no sólo la élite china sino también en las zonas rurales del País se promovió el vendado de pies como el pase a un mejor matrimonio; la tradición estaba tan arraigada como el ideal de la mujer perfecta, que incluso después de su prohibición el 1912 persistió de manera clandestina.
Por otro lado, la antropóloga Laurel Bossen, coautora del nuevo libro “Bound feet, Young hands” (Pies vendados, manos jóvenes), asegura, tras haber entrevistado a mil 800 mujeres con pies vendados, que la práctica podría tener también un origen económico, pues era una manera de asegurarse que las niñas y jóvenes se dedicaran al trabajo manual en fábricas y así mantener a sus familias desde corta edad, ya que debido al dolor no eran aptas para trabajar en el campo. De tal manera que no fue hasta que las telas manufacturas y las importaciones extranjeros eliminaron el valor económico del trabajo manual que la tradición empezó a desaparecer.
Irónicamente, muchas mujeres con pies vendados no lograron casarse “bien” y terminaron trabajando en el campo donde tuvieron que soportar grandes dolores al no tener más opción que caminar con los talones. A pesar de que con la llegada del Partido Comunista la práctica se convirtió en motivo de burla, investigadores aseguran que las mujeres con pies vendados que aún viven los muestran con orgullo.
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