Enmarcada en la segunda intervención francesa, la Batalla de Puebla enfrentó al ejército invasor con el comandado por el general Ignacio Zaragoza. Una lucha entre una fuerza imperial compuesta de seis mil 48 efectivos, bien equipada y entrenada, contra un ejército de cuatro mil 700 combatientes, en su mayoría veteranos, más la ayuda de algunos civiles armados.
La escaramuza comenzó el cinco de mayo de 1862, y se prolongó durante cinco años más. Este conflicto armado tiene su origen a su vez en otra disputa, la Guerra de Reforma, librada por conservadores y liberales, éstos últimos liderados por Benito Juárez, quienes lograron sobreponerse y llegar a la presidencia. Ya en el poder, se instauran las Leyes de Reforma, que incluían la separación de la Iglesia y el Estado, la nacionalización de los bienes eclesiásticos y la libertad de cultos.
La Guerra de Reforma provocó una seria escasez de recursos, misma que motivó al mandatario Benito Juárez a suspender por dos años los pagos de la deuda externa, y así recuperar la economía del país. El 31 de octubre de 1861, representantes de Francia, España y Gran Bretaña se reunieron en Londres para establecer un ultimátum y exigir la reanudación del pago que ascendía a 80 millones de dólares.
Al no recibir una respuesta, amenazaron con una invasión a las fronteras que se concretó el cinco de marzo de 1862, cuando un contingente francés llegó a las costas mexicanas. Para el cinco de mayo ya estaban en la ciudad de Puebla y ahí se desató la contienda más importante.
Antes de entrar en combate el general Ignacio Zaragoza se dirigió a su ejército y les expresó:
“Soldados, se han portado como héroes combatiendo por la Reforma. Nuestros esfuerzos han sido siempre coronados por el éxito. Hoy van a pelear por un objeto sagrado, van a pelear por la Patria y yo les prometo que en la presente jornada conquistarán un día de gloria. Nuestros enemigos son los primeros soldados del mundo, pero nosotros somos los primeros hijos de México. Soldados, leo en nuestras frentes la victoria y la fe. ¡Viva la independencia nacional! ¡Viva la Patria!”
La Batalla de Puebla se libró del medio día hasta las cinco de la tarde, con un desastroso saldo final para el bando francés, que acabó con 476 muertos y 345 heridos. En cambio el ejército mexicano solo tuvo 83 bajas, 131 heridos y 21 desaparecidos.
En Europa el ejército francés era considerado el mejor del mundo. La derrota ante la resistencia mexicana generó en la población del país invasor una reacción de histeria y decepción. Sin embargo, como todo en la vida, la revancha está presente y los franceses solicitaron refuerzos a Napoleón III para ejecutar un exitoso contraataque, para así lograr una victoria que erigió el Segundo Imperio Mexicano a cargo de Maximiliano de Habsburgo.
A pesar de la derrota en la Segunda Batalla de Puebla, el primer enfrentamiento siempre será recordado como una muestra de de coraje y patriotismo, de gran técnica militar y una pericia para sortear las desventajas en el campo de batalla. En honor al general Ignacio Zaragoza, Benito Juárez renombró la ciudad como “Puebla de Zaragoza”.
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