La mentira sobre los espermatozoides que siempre hemos creído cierta


“Una fantasía masculina” es la frase que se utiliza para definir este gran mito sobre la reproducción humana que ha convencido a miles de su veracidad
La mentira sobre los espermatozoides que siempre hemos creído cierta

Por Redacción TVP

lunes, 18 de marzo de 2019 10:00

Cuando se trata de la fecundación, seguramente en tu escuela te habrán enseñado que los espermatozoides suelen emprender una carrera en dirección a al óvulo hasta que uno de ellos, el más rápido, suele ser el “ganador” y lo fecunda. Suena conocido, ¿verdad?

Nuevos estudios con respecto a este proceso están demostrando que aquello que nos han enseñado por años es totalmente falso y que parte de una idea masculina en la que el óvulo es un agente pasivo en la fecundación y que los espermatozoides son competidores entre los cuales sólo puede haber un solo ganador.

Los espermatozoides eran totalmente desconocidos para los humanos hasta 1677, cuando Antoine Van Leeuwenhoek observó por primera vez a los espermas a través de un microscopio; su función fue todo un misterio hasta 1760 cuando Lazzaro Spallanzani descubrió a través de experimentos con ranas que el esperma era necesario para fecundar los óvulos, no obstante, esto tan sólo se confirmó décadas después, en 1876.

Sin embargo, la cruda realidad es que el camino del esperma al óvulo, no es una carrera o un sprint, sino una carrera de obstáculos que reducen dramáticamente el número de espermatozoides que avanzan. En promedio, la eyaculación comprende de 250 millones de espermatozoides, de los cuales sólo un ciento alcanzan el óvulo. Debido a la acidez de la vagina muchos mueren antes de pasar el cérvix, otros quedan atrapados en la mucosa vaginal o los canales laterales, en los que pueden almacenarse hasta por 7 días —lo cual en sí mismo es otro mito, pues por mucho tiempo se ha creído que mueren a los dos días, cuando de hecho el esperma puede sobrevivir intacto hasta 10 días.



También se ha demostrado que el esperma suele ser transportado a través del canal uterino y las trompas de falopio de forma pasiva, es decir, los espermas no hacen el trabajo por sí solos. Pero existe un gran riesgo que ha pasado desapercibido cuando pensamos que todo es una carrera: al haber un conteo muy grande de espermatozoides, si muchos de éstos logran llegar al óvulo, existe un mayor riesgo de polispermia, es decir que más de un esperma fecunde el óvulo y se fusione, lo cual puede devenir en poliploidía, la cual consiste en la malformación de las células y la muerte del embrión.

El mito de la carrera y del tiempo de vida de los espermatozoides ha pasado por alto la reserva de éstos en el interior del útero. Esto resulta contraproducente para aquellos que no utilizan anticonceptivos como condones, pastillas anticonceptivas o espermicidas, y que dependen de que el esperma muera a los dos días. Del mismo modo, no se ha prestado suficiente atención a que la calidad del espermatozoide disminuye conforme los hombres envejecen, así como su cantidad. Por ejemplo, las mutaciones de los espermas (por ejemplo, que tengan dos colas) incrementan casi cuatro veces más rápido comparado con las de los óvulos femeninos, mismos que históricamente han tenido el estigma de la edad y los problemas reproductivos.

Tener en cuenta estas características del esperma masculino podría cambiar el paradigma de la fertilización humana, en particular cuando son necesarios tratamientos como la fertilización in vitro, puesto que de desarrollarse más la ciencia detrás de los espermatozoides, podría existir un momento en el que no sólo las mujeres sean capaces de congelar sus óvulos saludables, sino que los hombres hagan lo propio.

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