Camina diariamente desde el amanecer miles de calles en Mazatlán, a veces bajo el sol y en las mañana más afortunadas acompañada de un cielo nublado, haciendo la misma labor que un cazador de tesoros, pero su riqueza, esa que tanto busca, se encuentra entre lo que otros desechan.
Sabina Ramírez Jiménez, ha cumplido ya los 78 años de edad, los últimos cuatro de ellos siendo el sostén de ella y su esposo, como pepenadora.
Asegura que en los mejores días, puede obtener del cambio de envases plásticos o alumnio en yardas hasta 70 pesos, cantidad que está muy por debajo del salario mínimo en el país, pero que le permite llevar algo de comer a su hogar, autoempleándose a una edad a la que las oportunidades laborales se han agotado.
Como pepenadora, Sabina sabe que está expuesta a un sin fin de peligros al estar en contacto directo con residuos de todo tipo, entre ellos vidrios rotos, por lo que hace un llamado a sus compañeros pepenadores, pero sobre todo a la ciudadanía.
Aunque reconoce que es una tarea pesada, que muchos consideran desagradable, Sabina asegura que es la recolección de basura la que le ha permitido sobrevivir honradamente entre latas de aluminio, envases plásticos, alimentos descompuestos, restos de ropa, calzado, en fin, eso que los demás consideran desecho, pero que para ella y los suyos se ha convertido en tesoro.
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