"Esta es la primera vez que escucho de una técnica de asesinato tan extraña. Gracias a Dios no me enfermé", comentó el ex jefe del hombre a un periodico local.
Los hechos ocurrieron en una concesionaria automotriz en Andana, Turquía. Ahí, un hombre llamado Ramazan Cimen fue acusado por su jefe de haberse quedado con 30 mil dólares de la venta de unos vehículos.
Ante la acusación, el hombre fue despedido por no haber devuelto el dinero. Luego se descubrió que en realidad sí tomó los 30 mil dólares para pagarle a un hombre que le había estado cobrando intereses.
Al parecer, fue tanto el enojo de Ramazam por haber sido despedido, que en venganza quiso envenenar a su jefe de una manera bastante peculiar.
De acuerdo a Milenio, compró saliva de una persona con COVID-19 por 70 dólares y la colocó en la bebida del jefe, pero este último no la tomó debido a que otro de sus empleados lo alertó a tiempo.
“Esta es la primera vez que escucho de una técnica de asesinato tan extraña. Gracias a Dios no me enfermé. Dios siempre está con los buenos”, dijo la victima al periódico local Hurriyet.
Inconforme por no llevar a cabo su fechoría, el exempleado comenzó a enviar mensajes con amenazas de muerte al empresario y a su esposa, quien dijo a los medios que teme salir a la calle y encontrarse con el sujeto, quien está prófugo.
“No podría matarte con el virus. Te dispararé en la cabeza la próxima vez”, advirtió Cimen en uno de los mensajes que envió a la familia Unverdi.
“Mis hijos y yo no podemos salir de casa. Parece que estamos en la cárcel en nuestra propia casa. Confío en la justicia y quiero que este hombre reciba el castigo necesario (…) Vivimos cara a cara con la muerte. No está claro de dónde vendrá este hombre y qué nos hará. No queremos vivir con este miedo a la muerte”, señaló Dilek Unverdi.
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